Declaración de Lucha de Clases: Nuestro programa ante la Asamblea Nacional Constituyente

La convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente se ha efectuado en medio de una de las peores ofensivas de la contrarrevolución y el imperialismo en estos 18 años. En ése marco político, la convocatoria a Constituyente a despertado aspiraciones revolucionarias importantes entre sectores de la vanguardia obrera y popular, que están dispuestos a dar la batalla política de cara a las elecciones del próximo 30 de Julio para posicionar dentro de la ANC a diputados de la base obrera y popular que defienden un programa de reivindicaciones revolucionarias, frente a la macoya burocrática que tratará de imponerse por todos los medios posibles, derivando ello en la imposición de un programa retrógrado de concesiones a la burguesía y abandono definitivo del programa socialista.

La única alternativa a la grave crisis política por la que atraviesa la Revolución Bolivariana es la radicalización de la revolución en líneas socialistas, completando la expropiación bajo control obrero de la burguesía y el desmantelamiento del estado burgués, constituyendo milicias populares revolucionarias y movilizando a las masas para derrotar la avanzada fascista, ése debería ser el propósito de la ANC. El diálogo con sectores de la burguesía y de la MUD no ofrece salida alguna a la crisis actual, y más bien agrava la crisis. El siguiente programa es la propuesta de la Corriente Marxista del PSUV - Lucha de Clases de cara a la Asamblea Nacional Constituyente.

¿Qué programa revolucionario necesita la clase obrera y el pueblo de cara a la Asamblea Nacional Constituyente?

La actual ofensiva de la reacción y el imperialismo contra el gobierno de Nicolás Maduro no es sino la continuación de 18 años de ataques (sabotaje económico, huelga de inversiones, acaparamiento y especulación, golpe de estado, guarimbas, infiltraciones de paramilitares, sicariato, paro patronal, etc).

La diferencia clave del momento actual es que la revolución se encuentra en un momento de muy bajo apoyo popular, reflejado en la derrota en las elecciones a la asamblea nacional. Los motivos de esto son tanto económicos como políticos.

En lo económico, la crisis capitalista mundial y la consiguiente caída abrupta de los precios del petróleo ha recortado severamente la entrada de divisas, poniendo al descubierto las limitaciones del modelo rentista. Ya no es posible invertir la renta petrolera en gasto social manteniendo al mismo tiempo una economía capitalista. El intento de regular la economía capitalista (con el control de precios y el control de cambio) en beneficio del pueblo trabajador, ha fracasado. La política del gobierno para enfrentar esta crisis ha sido totalmente contraproducente. Se sigue pagando puntualmente la deuda externa mientras se reducen las importaciones de alimentos, materias primas y medicamentos, agravando el desabastecimiento y la especulación. Se siguen entregando sin ningún tipo de control los dólares de la renta petrolera, a empresarios privados que los desvían al mercado negro. Para sufragar el presupuesto de gastos del estado se recurre a la impresión descontrolada de dinero sin ningún respaldo en la producción ni en las reservas de divisas, provocando un estallido inflacionario que golpea el ingreso de las familias trabajadoras. Se siguen haciendo llamados a los empresarios privados a invertir y se les ofrecen concesiones (levantando el control de precios, entregando dólares y subvenciones, creando zonas económicas especiales, abriendo el Arco Minero a la explotación de multinacionales).

En lo político, la corrupción, la burocracia y el reformismo ahoga y asfixia la iniciativa revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo organizado. Se convoca al pueblo a luchar contra el imperialismo y la burguesía parasitaria, pero no se le permite tomar las riendas. Se organiza el congreso de la patria, pero el mismo está controlado por los mismos cogollos de siempre. El pueblo trabajador sufre privaciones mientras los altos cargos, burócratas y reformistas viven en condiciones privilegiadas.

La combinación de estos factores económicos y políticos provoca la desmoralización, el escepticismo y la apatía del pueblo revolucionario que ha sido siempre el punto de apoyo y la columna vertebral de la Revolución Bolivariana. Estos factores han llevado a la amenaza de derrocamiento del gobierno del presidente Maduro por parte de la reacción burguesa, lo cual sería un auténtico desastre para la clase trabajadora.

Nos oponemos de manera firme a esta ofensiva de la reacción y el imperialismo. Pero al mismo tiempo advertimos que el reformismo, las medias tintas, la burocracia y la corrupción son las causas que crean las condiciones para la victoria de la oposición reaccionaria. La única manera de enfrentar estos problemas es tomando medidas que permitan realmente enfrentar a la oligarquía (empresarios, latifundistas y banqueros) y el imperialismo.

Por una economía en manos de la mayoría trabajadora y en beneficio del pueblo, no de una minoría de parásitos:

1) Control estatal del comercio exterior. Basta de entregar los dólares a los capitalistas.

2) Auditoría obrera y popular de los dólares preferenciales entregados. Confiscación de los propiedades de aquellos que los hayan usado de manera impropia. Cárcel para los corruptos

3) Nacionalización de la red de producción, distribución y venta de alimentos, medicamentos y otros productos básicos, bajo control obrero y de las comunidades organizadas para impedir la corrupción y el despilfarro.

4) Nacionalización de las empresas que estén implicadas en el sabotaje, el acaparamiento y el bachaqueo. Con el hambre del pueblo no se juega.

5) Nacionalización y centralización de la banca y las aseguradoras bajo control obrero, para poner todos los recursos a disposición de un plan de producción nacional, en empresas estatales y bajo control de los trabajadores.

6) Suspensión inmediata del pago de la deuda externa. Las necesidades del pueblo están por encima del lucro de los buitres prestamistas bono-habientes.

7) Todo el poder a la clase trabajadora y el pueblo organizado. Abajo la burocracia. 

8) Creación de consejos de trabajadores socialistas en todas las empresas del estado y en todas las instituciones públicas, para ejercer el control obrero.

9) Elegibilidad y revocación de todos los cargos públicos.

10) Que ningún cargo público ni funcionario del estado gane un salario superior al de un trabajador cualificado.

11) Defender la revolución con la organización revolucionaria de la clase trabajadora y el pueblo.

12) Fortalecimiento de la milicia bolivariana y que la misma esté bajo el control directo de la clase trabajadora y el pueblo organizado.

13) Organización de unidades de la milicia bolivariana en cada fábrica, lugar de trabajo y barrio, para asegurar la defensa de edificios, territorio y personas contra las guarimbas y el sicariato.

14) Creación de comités de soldados y suboficiales revolucionarios dentro de la FANB, para ejercer la vigilancia revolucionaria e impedir cualquier intento golpista entre la oficialidad.

15) Romper relaciones diplomáticas con el imperialismo de EEUU y otros países que no respeten la soberanía nacional. Hacer un llamado a los pueblos y a los trabajadores del mundo a defender la Revolución Bolivariana.

Este programa concreta la lucha por una economía socialista y por la destrucción del estado burgués, y representa el legado de Chávez expuesto en su célebre discurso “Golpe de Timón”, y en el “Programa de la Pátria Socialista”. Es hora de completar la revolución.

Lucharemos por este programa en el marco de la campaña de la Asamblea Nacional Constituyente, pero también y sobre todo en cada fábrica, cada barrio, cada centro de estudios.

Para poder aplicar este programa no podemos confiar más que en nuestras propias fuerzas, las fuerzas de la clase trabajadora y el pueblo revolucionario que tantas veces han defendido a la Revolución Bolivariana en todos los momentos cruciales.

Sólo el pueblo salva el pueblo. La clase trabajadora debe de tomar el poder. La revolución se defiende completándola. Expropiar la oligarquía.