El llamado “bloque progresista” ha resistido el envite de la derecha, cuya derrota ha sido posible por la movilización agónica, en los últimos días, del voto de izquierdas. El ajustado resultado electoral también envía al gobierno una última advertencia: su política de gestión de la crisis capitalista no resuelve los problemas acuciantes de las familias obreras. El “que viene el lobo” de la ultraderecha podría no funcionar la próxima vez.