Verdad de millones en causa de Cinco

Más de uno lloró de emoción en Cuba al recibir la noticia. Sólo una razón muy poderosa podría provocar lágrimas a un pueblo recio y curtido en mil batallas. Si en determinados momentos de su historia su llanto enérgico y viril ha hecho temblar a la injusticia, ahora este afloraba para celebrar una decisión que hace valedera la justicia. Más de uno lloró de emoción en Cuba al recibir la noticia. Sólo una razón muy poderosa podría provocar lágrimas a un pueblo recio y curtido en mil batallas. Si en determinados momentos de su historia su llanto enérgico y viril ha hecho temblar a la injusticia, ahora este afloraba para celebrar una decisión que hace valedera la justicia.
El 9 de agosto se conocía el fallo unánime de los jueces de la Corte Federal de Apelaciones del Onceno Circuito de Atlanta, mediante el cual declaraban nulo el juicio celebrado en Miami a los cinco héroes cubanos prisioneros en cárceles norteamericanas, así como las sanciones que se les habían impuesto. Esta es la primera y más importante victoria legal obtenida en la intensa campaña por su liberación desde que fueran encarcelados el 14 de septiembre de 1998 y condenados a largas penas en junio del 2001.
Tras siete años de injusta prisión, en condiciones sumamente crueles y violatorias de los derechos humanos, que incluyen las negativas reiteradas a permitir la visita de esposas e hijas de al menos dos de ellos, un tribunal superior al que los condenó confirma lo que desde el principio de este caso es una verdad a voces: en Miami, capital del terrorismo anticubano, donde se respira el odio y el resentimiento contra la Revolución, es imposible juzgar imparcialmente cualquier cosa que tenga que ver con esta Isla, mucho menos a cinco jóvenes que se han dedicado precisamente a luchar contra los terroristas que allí anidan.
Por esa razón el juicio celebrado en la ciudad floridana contra Fernando González, René González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino fue completamente amañado, con un jurado lleno de prejuicios contra Cuba, sobre el que pesaron enormes presiones, chantajes y amenazas para que su fallo fuera favorable a los intereses de la mafia miamense, y con innumerables dificultades para el trabajo de la defensa, entre otras violaciones flagrantes al debido proceso.
Como resultado de la farsa, sin que se presentara una sola prueba contundente para probar las acusaciones de espionaje que se les hacían, los Cinco fueron hallados culpables de 24 cargos, y sometidos a penas realmente brutales, que llegan hasta las dos cadenas perpetuas más 15 años de Gerardo Hernández.
Ahora la decisión de la Corte de Atlanta viene a sumarse a las conclusiones de un Grupo de Trabajo de la ONU que semanas atrás calificaba de ilegal y arbitraria la detención y retención de los cinco cubanos. Ambos dictámenes no hacen más que confirmar la incontestable inocencia de estos jóvenes, además de poner en evidencia las escandalosas condiciones de ilegalidad y secuestro de su status actual.
Lo que no puede olvidar nadie es que si fue posible este importantísimo triunfo jurídico, que acerca mucho más el seguro regreso de los Cinco a su patria, se debe, sin lugar a dudas, a la inmensa campaña internacional desatada en pro de su liberación, encabezada en primer lugar por el pueblo cubano y secundada activamente en el resto del mundo por los amigos de Cuba y de esta noble causa.
El justificado optimismo ante el logro de este significativo avance no debe conducirnos a pensar que ya la victoria está asegurada. Como diría una de las madres de los héroes, se ha ganado una batalla, pero no la guerra. Todavía queda una lucha muy fuerte para conseguir definitivamente su libertad. Y es en esta nueva coyuntura, en la que han sido revocadas las sentencias que pesaban sobre ellos, cuando es necesario redoblar los esfuerzos solidarios y militantes de los revolucionarios y personas honestas de todo el mundo para exigir su inmediata salida de las prisiones imperiales. Medida que obedecería al más elemental sentido común, pues en estos momentos ellos son personas técnicamente libres e inocentes, por lo menos hasta que un nuevo tribunal en otro juicio no los condene por segunda ocasión. Sin embargo, en la actualidad se encuentran arbitrariamente encarcelados sin que tengan ninguna sanción por cumplir.
Se presenta también en esta hora una magnífica oportunidad para aprovechar la publicidad que los grandes medios de comunicación, los mismos que durante estos siete años han tendido un manto de silencio sobre el caso de los jóvenes cubanos, le han dado a la noticia de la anulación del juicio. Ahora, de pronto, millones de personas escuchan por primera vez la enorme injusticia que se estaba cometiendo, y estas, sobre todo en Estados Unidos deben ser sensibilizadas, movilizadas y sumadas al movimiento de solidaridad con los Cinco.
La batalla que los cubanos libramos para conseguir la devolución del niño Elián González a Cuba demostró que cuando el pueblo norteamericano, sus jóvenes, sus estudiantes, sus trabajadores logran ser informados y movilizados a favor de una causa justa, se convierten en un aliado fundamental para cualquier lucha que se quiera emprender contra el imperio. Son ellos los que ayudarán a convertir en un boomerang todo el ensañamiento y odio ciego que, impotente en su pretensión de destruir la Revolución Cubana, descargó el imperio sobre estos cinco representantes de lo mejor de la juventud cubana.
Está reconocido públicamente por el gobierno norteamericano en diversos documentos relacionados con el caso, que la detención y encarcelamiento de estos compañeros se produjo, sobre todo, para proteger a los grupos terroristas y mafiosos que bajo amparo oficial, operan desde Miami contra la mayor de las Antillas. O sea, que en medio de la mesiánica cruzada de Bush contra el terrorismo, se produce la paradoja de cinco jóvenes condenados a largas penas de prisión precisamente por luchar contra el terrorismo dentro del mismo territorio de Estados Unidos. La paradoja no es tal: el imperialismo norteamericano es el principal promotor de esa práctica a nivel mundial y la ha usado como instrumento en su esquema de agresiones contra el pueblo cubano por más de cuatro décadas.
La lucha por la libertad de los Cinco, junto a la reivindicación de la labor que se encontraban realizando, debe ir encaminada a desenmascarar y desmontar, de una vez por todas, la maquinaria terrorista de la mafia cubanoamericana, culpable de sembrar el luto y el sufrimiento en millares de hogares cubanos durante estos años de Revolución, así como a denunciar la protección y el estímulo que han venido recibiendo de las distintas administraciones norteamericanas. Es necesario acusar cada vez con más fuerza al imperialismo norteño por la hipocresía y el doble rasero de su política hacia el terrorismo.
Nuestros cinco héroes deben ser liberados por una sencilla y poderosísima razón: son inocentes. No cometieron ninguno de los delitos por los que fueron condenados. Pero si esto no fuera suficiente, ellos merecen la libertad también por ser luchadores antiterroristas que evitaron muertes y dolor a su pueblo.
Estos compañeros son combatientes de primera fila, de vanguardia, de la causa del Socialismo a escala universal, pues defendían de los ataques de la extrema derecha más reaccionaria y asesina a la obra que en estos momentos representa una esperanza para la clase trabajadora y los oprimidos de todo el mundo: la Cuba socialista. Por tanto, la pelea por su excarcelación es un deber no sólo de los cubanos sino de todos aquellos que aún creen en un futuro mejor para la humanidad.
Ellos simbolizan lo mejor y más heroico del pueblo cubano. Su postura de gallardo desafío al imperialismo y de lealtad infinita a la causa que defendían, que los llevó incluso a rechazar el chantaje de un acuerdo para no ir a juicio y quedar en libertad a condición de dar declaraciones falsas que hubieran puesto en peligro la seguridad de su patria; constituye un ejemplo a imitar de intransigencia revolucionaria y un incentivo en la dura resistencia de nuestra gente.
Esta actitud de combate sin tregua aún desde las condiciones más difíciles, y las sucesivas victorias en el camino hacia su liberación serán también, sin duda alguna, un acicate en la lucha por la libertad del resto de los presos políticos que purgan injustificable prisión en todo el planeta por acompañar las más diversas causas populares. Su causa es la misma que la de los Cinco, pues todos son víctimas del mismo sistema global esencialmente injusto llamado capitalismo que criminaliza cualquier forma de resistencia de los pueblos ante su voracidad avasalladora.
Desde que iniciamos la batalla política y legal por la liberación de nuestros cinco hermanos siempre hemos estado seguros de obtener el triunfo. Y si alguien lo ha dudado, basta con recordarle la sentencia del Comandante que al frente de su pueblo nunca se ha cansado de luchar contra los poderes imperialistas: ¡Volverán!.
Fidel y los cubanos llevamos mucho tiempo conquistando imposibles, este será uno más. Seguiremos luchando, ahora con renovados bríos, con la alegría de lo logrado y la certeza de la victoria, y más importante aún, porque sabemos que ya han sido absueltos por el tribunal de la historia.