Crisis del euro: ¿el principio del fin?

Poco más de 25 años después de su fundación, la Unión Europea parece que podría desmoronarse bajo el peso de sus propias contradicciones. En todos los países donde se mire, los partidos principales se ven sometidos a una enorme presión debido al aumento de la lucha de clases como resultado de 10 años de crisis. El resultado es que, un país tras otro, la clase dominante ya no puede gobernar a la antigua usanza

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En Alemania, los años de austeridad y la distribución desigual de la renta durante el débil boom han provocado un rechazo generalizado a los principales partidos. Esto está empujando a la CDU (democristianos) hacia un lenguaje más demagógico y haciéndolos representantes menos fieles de la clase dominante. En Italia, la clase dominante ha perdido completamente el control del gobierno, que está en curso de colisión con la UE por su deuda. En Francia, Macron, el supuesto "salvador" de la democracia liberal, se ha desplomado en su aprobación en las encuestas y parece paralizado en su búsqueda por llevar a cabo la austeridad que el capitalismo requiere en el país. En Gran Bretaña, la clase dominante ha perdido el control de su partido tradicional y está siendo catapultada hacia un Brexit desordenado que va completamente contra sus intereses. El Brexit por sí solo supone un enorme desafío para el futuro de la UE, pero hay todo tipo de crisis que ocurren simultáneamente, cualquiera de las cuales podría ser la gota final del vaso que podría colmar la Unión Europea.

Alemania: del "pilar de la estabilidad" al factor desestabilizador

Hace dos años, después de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, The New York Times escribió que Angela Merkel "se ha convertido en la última defensora poderosa de Europa y de la alianza transatlántica". Simon Tilford, subdirector del Centro para la Reforma Europea, fue citado afirmando que era "afortunado que Alemania esté liderada ahora por Merkel, porque existe la posibilidad de que ella dé un paso adelante y haga lo que Europa necesita”. Sin embargo, de ser un "pilar de estabilidad", Angela Merkel se ha convertido en un factor más que desestabiliza a Europa, al igual que la situación en Alemania en general.

En el período reciente, la economía alemana estaba funcionando bien y, al menos en la superficie, el país destacaba como un barco anclado de forma segura en la turbulenta situación mundial. El gobierno había pronosticado un crecimiento económico del 2,3 por ciento para 2018 y la cifra de crecimiento ha rondado la marca del 2 por ciento desde 2014. Además, al ser el país más fuerte de la UE, Alemania estaba más protegida de tener que llevar a cabo las brutales políticas de austeridad observadas en otros países. Por ejemplo, la central sindical británica, el TUC, señala que, en el período 2007-2015, los salarios reales en Alemania aumentaron un 14 por ciento , mientras que en el Reino Unido los salarios reales se redujeron en más de un 10 por ciento.

Sin embargo, mientras estas cifras parecen pintar un paisaje rosado de la vida en Alemania, la realidad es bastante diferente. Como hemos explicado en otra parte, los trabajadores alemanes experimentaron una dura austeridad mucho antes de la crisis económica. La "Agenda 2010", llevada a cabo por el gobierno socialdemócrata-verde de Gerhard Schröder desde principios de la década de 2000, supuso recortes de impuestos para los ricos junto con recortes a las pensiones y subsidios de desempleo para el resto. Significó que, para 2008, la proporción del ingreso nacional correspondiente a los salarios se redujo al 64,5 por ciento, el nivel más bajo en 50 años. La bajada obligada del precio de la mano de obra combinado con importantes inversiones en la industria, convirtió Alemania del "hombre enfermo de Europa" a una nación muy competitiva en el mercado mundial. Por otra parte, los beneficios del ascenso del capitalismo alemán no han sido percibidos por todos. Alrededor del 40 por ciento de la población tiene ahora menos poder de compra y un nivel de vida más bajo que hace 20 años, la desigualdad en el reparto de la riqueza se encuentra en su nivel más alto desde 1913 y más de 15 millones de personas corrían el riesgo de pobreza o exclusión social el año pasado: casi una quinta parte de la población.

Es esta presión sobre el nivel de vida de la clase obrera alemana y la clase media la que ahora expresa su descontento hacia los principales partidos políticos. La última encuesta de INSA / YouGov da la gran coalición CDU-CSU-SPD poco menos del 40 por ciento. El Partido Socialdemócrata (SPD) ha caído a alrededor del 14 por ciento, y muchas encuestas los ubican por debajo del ultraderechista la Alternativa para Alemania (AfD). Para poner esto en contexto, el SPD recibió el 20,5 por ciento en las últimas elecciones federales, que fue el peor resultado del partido en la historia alemana de la posguerra. Al mismo tiempo, la Unión de derechas (la coalición entre la Unión Social Cristiana [CSU] y la Unión Demócrata Cristiana [CDU]) se ha reducido a poco más del 25 por ciento. Nuevamente, esto es una fuerte caída desde el 33 por ciento con el que ganó el bloque de derechas en las elecciones federales, que fue su peor resultado desde 1949.

Polarización en Alemania

Lo que estamos viendo en Alemania es el mismo proceso que se está llevando a cabo en todo el mundo: una polarización tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, lo que resulta en un rechazo generalizado de todo lo que se considera parte de "la clase dominante ", lo que lo hace muy difícil para que ésta gobierne de la forma tradicional.

El CDU es el representante tradicional de la clase dominante de Alemania. Sin embargo, la clase dominante constituye una pequeña proporción de la sociedad alemana y, por lo tanto, se ve obligada a depender de diferentes capas, especialmente la intermedia (la pequeña burguesía como la describe Marx) y las capas atrasadas de la clase trabajadora. El problema para ellos es que la crisis capitalista está forzando el conflicto entre las diferentes clases que conforman la sociedad. La clase dominante alemana está a favor de aceptar refugiados en Alemania, no por razones humanitarias, sino porque aumenta la oferta de mano de obra barata y alivia las tensiones en la Unión Europea. Están a favor de la participación en la Unión Europea, no por ninguna preocupación por el internacionalismo, sino porque ofrece un mercado para exportar sus productos. Desafortunadamente para la clase dominante, y en ausencia de una alternativa real de la izquierda, el argumento de AfD, que la inmigración es la causa de la caída en las condiciones de vida, puede parecer razonable. Si se agrega esto al hecho de que la AfD también ha hablado de defender al "ciudadano medio" ofreciendo un salario mínimo y reduciendo los impuestos a las familias con niños, no es sorprendente que algunos trabajadores con empleos precarios hayan recurrido a este partido. Igualmente, las capas pequeño burguesas que también proporcionaron una base para la CDU en el pasado han sido exprimidas por el aumento de la competencia en el mercado mundial. En este contexto, la posición euroescéptica de la AfD y su rechazo del acuerdo de libre comercio, TTIP, les ha atraído apoyos.

La popularidad de la AfD ha obligado a la CDU a intentar girar a la derecha para mantener su popularidad, lo que la hace menos capaz de desempeñar el papel de títere fiel de la clase dominante. Esto explica algunas de las "conversaciones difíciles" de Merkel y Seehofer sobre la inmigración en los últimos meses. Sin embargo, el aumento de la retórica contra la inmigración en un intento de recuperar a los votantes que se desplazan a la AfD ha disgustado a algunos de sus antiguos votantes y, como hemos informado anteriormente, la CDU ha perdido tantos votantes hacia los Verdes liberales como hacia la AfD. Los partidos de la clase dominante están perdiendo su base tradicional de apoyo, lo que ha abierto grietas entre los diferentes representantes de la clase dominante.

Las renuncias de Angela Merkel y Horst Seehofer deben entenderse en este contexto. En la actualidad, hay tres candidatos en la carrera para reemplazar a Merkel como líder de la CDU: Annegret Kramp-Karrenbauer, Friedrich Merz y Jens Spahn. Annegret Kramp-Karrenbauer, conocido como AKK, se considera políticamente más cercana a Merkel. Ella apoyó las políticas de inmigración de Merkel y también fue la persona que organizó la campaña electoral del partido el año pasado. Friedrich Merz dejó la política de primera línea en 2009 después de un conflicto con Merkel. Él es del ala derecha del partido, tiene una actitud reaccionaria y conservadora sobre las cuestiones sociales, pero también es un liberal radical cuando se trata de cuestiones económicas. Existe cierta especulación de que pueda presionar por una mayor integración de la UE. Jens Spahn es el actual ministro de salud y ha criticado abiertamente a Merkel, oponiéndose a las reformas de la eurozona.

Quienquiera que reemplace a Merkel, está claro que los problemas a que se enfrenta el partido sólo continuarán. De hecho, los tres líderes potenciales han estado dispuestos a distanciarse de Merkel. Incluso AKK ha descrito la actuación de Merkel como canciller en los últimos meses como "penosa". Por lo tanto, en el futuro, podría haber conflicto entre Angela Merkel, quien ha dicho que se mantendrá como canciller hasta agotar su mandato, y el nuevo líder de la CDU cuando las diferentes alas de la clase dominante encuentren dirigentes para expresar sus intereses. [Finalmente, AKK resultó elegida para reemplazar a Merkel como nueva líder de la CDU. Nota de LdC].

Más inestabilidad por venir

Además de esto, es probable que las presiones de la sociedad sobre los partidos principales aumenten. La economía de Alemania ha sido relativamente fuerte en los últimos años debido a la fortaleza de sus exportaciones de manufacturas. Sin embargo, este sector es especialmente vulnerable a la guerra comercial entre Estados Unidos y China debido al papel que ambos países desempeñan en las cadenas de suministro de su industria. Además, al igual que China, Donald Trump ha señalado a Alemania por el superávit comercial que el país tiene con los EE. UU. Esto lo ha llevado a amenazar con aranceles a los productos alemanes, lo que sería increíblemente perjudicial para la industria automovilística alemana.

Toda esta incertidumbre ya está teniendo efecto. Un informe anual del Consejo de Expertos Económicos de Alemania advirtió que es probable que el crecimiento disminuya al 1,6 por ciento en 2018 comparado con el 2,2 por ciento del año pasado. Señala que la razón de esto son "los conflictos comerciales que arden por todo el mundo". Además, la economía alemana se contrajo por primera vez en más de tres años en el tercer trimestre de 2018 debido a una caída en las exportaciones. Esta contracción se debió en gran medida a que los principales fabricantes de automóviles alemanes detuvieron la producción de automóviles mientras se aseguraron de cumplir con las nuevas normas de emisiones de la UE. Sin embargo, como Joerg Kraemer, el economista jefe de Commerzbank explicó al Financial Times: "incluso sin [esto], la economía alemana difícilmente habría crecido en absoluto debido a la disminución de la demanda de China". Lo que está claro es que la incertidumbre en torno al comercio global podría desencadenar una recesión importante en Alemania y en la zona euro en su conjunto. En última instancia, por lo tanto, lo que estamos viendo es que la crisis en la sociedad y la caída de las condiciones de vida de muchos han llevado al descrédito a los principales partidos de izquierda y derecha.

Crisis de la deuda italiana

La crisis alemana provoca que el país sea menos capaz de influir en los acontecimientos de Europa en su conjunto, el momento en que el gobierno italiano se enfrenta con la Comisión Europea. El desacuerdo se centra en el nivel de deuda del Estado y la mejor manera de lidiar con ella. Italia tiene la tercera deuda pública más alta del mundo y la segunda de la zona euro en relación a la proporción del PIB. Además de esto, es la tercera mayor economía de la zona euro, lo que significa que la inestabilidad representa una amenaza para la estabilidad financiera en toda Europa.

La deuda del Estado italiano ciertamente no se debe a la prodigalidad de los sucesivos gobiernos. De hecho, toda la deuda nueva desde 2002 se ha utilizado para pagar intereses, no gastos. The Financial Times señala que los gobiernos italianos han tenido excedentes fiscales primarios casi sin parar desde 1992. Esto significa que, si se excluye el dinero que el gobierno paga por el servicio de sus deudas, el presupuesto hubiese estado en superávit. Esencialmente, por lo tanto, la clase obrera italiana está siendo exprimida únicamente para pagar sus deudas.

Como hemos explicado anteriormente, la raíz del problema en Italia es el bajo nivel de productividad. En condiciones de crisis, donde el mercado se restringe y la competencia es más feroz, esta debilidad se convierte en un problema grave. Desde la introducción del euro, los costos laborales unitarios en Italia han aumentado en un 20 por ciento en comparación con Alemania y en un 10 por ciento en comparación con la zona euro en su conjunto. Esta debilidad se ve agravada por el hecho de que Italia es miembro de la zona euro, lo que impide la devaluación de la moneda, como lo hacía en el pasado. Una devaluación de la moneda habría hecho que las exportaciones italianas fueran más baratas y, por lo tanto, más competitivas. El Financial Times señala que también hay una falta de modernización industrial en el país, con un gran número de pequeñas empresas familiares que son menos productivas que sus equivalentes en otros lugares. De hecho, el 95 por ciento de las empresas de Italia tienen menos de 10 empleados.

El Instituto Nacional de Estadísticas de Italia informó recientemente que 17,5 millones de personas viven ahora por debajo del umbral de la pobreza, lo que equivale a alrededor de un tercio de la población total. Dentro de este total, hay 4,74 millones de personas que se clasifican como "pobres absolutos", lo que significa que no pueden comprar bienes y servicios básicos. Este número ha aumentado rápidamente de 1,7 millones en 2006. La tasa de desempleo ahora es del 9,7 por ciento, lo que representa un aumento de alrededor del 3 por ciento desde 2008. El desempleo juvenil, sin embargo, se sitúa en el 31,6 por ciento. Además, los gobiernos italianos anteriores han ofrecido poca ayuda en concepto de asistencia social para los jóvenes, ya que sólo el 4 por ciento del gasto social va a ayudar a personas menores de cuarenta años. La combinación de un alto desempleo juvenil con la poca ayuda estatal ofrecida ha obligado a algunas familias a vivir con la pensión de un solo miembro de la familia. Reuters, por ejemplo, entrevistó a un hombre cuya familia depende de la pensión mensual de 800 euros de un miembro de la familia. Esto se usa para cubrir los gastos de una jubilada, su hijo y su nieto.

Radicalización creciente

Esta situación ha radicalizado a la población, provocando una desconfianza generalizada hacia la clase dominante. El Financial Times entrevistó a Simon Chiantese, una persona desempleada en Nápoles, quien declaró que "creímos tantas cosas durante tanto tiempo y siempre nos han decepcionado”. Es esta radicalización la que explica por qué los partidos principales fueron tan rotundamente rechazados en las últimas elecciones. El Partido Democrático (PD) obtuvo el 18,76 por ciento de los votos, frente al 25,43 por ciento en las elecciones generales de 2013, mientras que el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), creado en 2009, obtuvo la mayor cantidad de votos con el 32,68 por ciento. La Liga, de extrema derecha, también lo hizo bien, ganando el 17,35 por ciento de los votos.

Además, no es de extrañar que a estos dos partidos les fuera bien. El programa del M5S incluía un 'ingreso ciudadano' de 780 euros al mes (una cantidad que al menos triplicaría el ingreso de la familia entrevistada por Reuters), el fin a la eventualidad del trabajo y la reversión de las contrarreformas en el sistema de pensiones llevadas a cabo por el gobierno del PD. Además, la constante soflama de Matteo Salvini contra los "especuladores", junto con sus llamamientos a un impuesto fijo, ha atraído a muchos de los pequeños empresarios de pequeña burguesía, mientras tanto (de nuevo en ausencia de un liderazgo de izquierda) el azote del sentimiento anti-inmigrante ha ganado algo de fuerza.

Hay grandes esperanzas entre los italianos de que los dos partidos podrán llevar a cabo sus programas. Los partidos del gobierno están atrapados. Si se considera que traicionan sus programas, el apoyo que han obtenido podría disiparse fácilmente. Sin embargo, dentro de los límites del capitalismo, no hay manera de que estos programas puedan ser permitidos. El gobierno planea aumentar el gasto y reducir los impuestos, mientras que la deuda pública ya es muy alta y el mundo está a punto de entrar en una nueva recesión. Nadie estará dispuesto a prestarle al gobierno el dinero para llevar a cabo esto.

Es probable que estas consideraciones hayan llevado al gobierno a llegar a la conclusión de que debían idear algún tipo de apaño: ofrecer algunas reformas para apaciguar su base de que no aumentaría demasiado el déficit. El conflicto sobre el presupuesto italiano se centra en si agregar o no un 0,8 por ciento adicional al déficit el próximo año. Esta cantidad no es suficiente para cubrir el costo de su 'ingreso ciudadano' propuesto y, por lo tanto, ya es una concesión. Sin embargo, incluso este modesto aumento en el déficit era demasiado para que lo aceptara la Comisión Europea. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, señaló que el presupuesto del gobierno italiano era inaceptable porque "su nivel de deuda pública es demasiado alto... el proyecto de presupuesto no respeta completamente las recomendaciones de los ministros de la zona euro". [Finalmente, la Comisión Europea y e gobierno italiano acordaron mantener el déficit presupuestario italiano en el 2%, un 0,4% más que el objetivo fijado previamente para 2019. Nota de LdC]

Liquidación de deudas

El enfrentamiento también ha espantado a los inversores en deuda italiana, que ya les había preocupado que el nuevo gobierno no llevase a cabo políticas de austeridad "sensatas". Desde que el gobierno llegó al poder a mediados de mayo, las ventas netas de activos italianos por parte de inversores extranjeros alcanzaron los 17.000 millones de euros al mes. Esto ha hecho subir el precio de la deuda italiana, con un diferencial entre los bonos italianos a 10 años y los bonos alemanes del mismo vencimiento que se incrementó a 3,15 por ciento a mediados de noviembre, frente al 1,3 por ciento de mediados de mayo. Esto significa que el gobierno italiano tendrá que pagar un 3 por ciento más de interés sobre su deuda que el gobierno alemán. Si bien el gobierno no sentirá el aumento en el costo hasta que tenga que emitir nuevos bonos para financiar el canje de vencimientos, un aumento en la tasa de interés conducirá inevitablemente a un aumento en el déficit. Debido al tamaño de la deuda italiana, esto podría convertirse en un problema muy rápidamente y llevar al Estado al incumplimiento de sus pagos, lo que sería un desastre para la zona euro. Las preocupaciones sobre la capacidad del gobierno italiano para pagar su deuda han llevado a al menos una agencia de calificación, Moody's, a rebajar su calificación crediticia a una categoría por encima del nivel "basura". Una calificación de 'basura' sería un catalizador para una fuga de capitales de la deuda italiana y evitaría que el Banco Central Europeo, que ya posee alrededor del 15 por ciento de la deuda total de Italia, comprase más bonos. Esto, de nuevo, podría ser un detonante para la suspensión de pagos.

Además, el BCE está bajo presión para aumentar las tasas de interés. A muchos comentaristas les preocupa que, ante la perspectiva del inicio de una nueva crisis económica, el hecho de que las tasas de interés sean actualmente de cero dé muy poco margen de maniobra. Además de esto, existe la preocupación de que algunas economías se estén sobrecalentando, con niveles muy bajos de desempleo y un aumento simultáneo de los salarios. En tiempos normales, estos serían signos de que las tasas de interés deberían elevarse.

Sin embargo, un aumento de las tasas de interés por parte del BCE por encima del aumento de los rendimientos de los bonos del gobierno podría significar que esta situación podría deteriorarse rápidamente. Goldman Sachs ya predice que los pagos de intereses italianos aumentarán al 4,6 por ciento del PIB en 2018. Es probable que esto tenga un gran peso en la mente de los funcionarios del BCE a la hora de decidir si aumentan las tasas de interés, reduciendo su margen de maniobra.

La situación en Italia, como en muchos otros países en todo el mundo, demuestra que, en condiciones de crisis, si la clase capitalista trata de restablecer el equilibrio en el plano económico, esto puede destruir el equilibrio en el plano social o político. El hecho de obligar a la clase trabajadora italiana a bajar su nivel de vida para pagar intereses a los bancos ha causado una gran inestabilidad y ha hecho que la clase dominante italiana ya no tenga el control del gobierno. El Financial Times resume este sentimiento de la clase dominante cuando se quejaron de que “en una época cada vez más dominada por las redes sociales y las noticias falsas, los parlamentos no son suficientes para proteger a las generaciones actuales y futuras de políticas irresponsables a corto plazo impulsadas por consideraciones electorales en lugar de por prudentes decisiones económicas y financieras”. Por supuesto, lo que están diciendo, desde su propio punto de vista, es que, bajo el impacto de la intensificación de la lucha de clases, todas las viejas certezas se están desvaneciendo. Después de todo, siempre ha habido "noticias falsas", es sólo que ahora las mentiras de la clase dominante son menos creídas.

¿Emmanuel Macron al rescate?

Con Alemania en medio de una crisis política e Italia en riesgo de incumplimiento, las clases dominantes de Europa parecen haber encontrado en Emmanuel Macron, el presidente de Francia, el liderazgo. Apenas en abril del año pasado, la clase dominante francesa estaba eufórica cuando Emmanuel Macron ganó las elecciones presidenciales de 2017 con el 66 por ciento de los votos en la segunda vuelta. Macron, el autoproclamado líder jupiteriano, iba a "hacer que el planeta volviera a ser grande" con una puesta a punto de Francia y de Europa en general. El "populismo" supuestamente había sido derrotado. Sin embargo, después de poco más de un año y medio, los índices de aprobación personal de Macron se han reducido al 29 por ciento y, según algunos informes, se vio obligado a tomarse unas vacaciones para recuperarse de una crisis.

En Europa, Macron ciertamente tuvo la intención de luchar contra las fuerzas centrífugas que destrozaban a la UE. Argumentó por la creación de un fondo común de dinero para el área de la moneda única, que se financiaría mediante contribuciones nacionales y nuevos impuestos y gravámenes de la UE. Este dinero podría utilizarse para fomentar el crecimiento y estabilizar a los países afectados por las crisis económicas. Este plan tan ambicioso sería equivalente a varios puntos porcentuales del PIB de la zona euro. Además de esto, él está presionando para un respaldo financiero más grande para tratar con los bancos problemáticos. Todo esto suena muy bien, considerando la situación en Italia. En teoría, una reserva de dinero de la UE que podría mejorar la economía de Italia y también proporcionar un respaldo para los bancos con problemas sería extremadamente beneficiosa.

Sin embargo, fue una tarea de Sísifo para Macron llevar a cabo estas reformas. Inicialmente había esperado contar con Angela Merkel para que lo ayudara. Después de todo, la economía alemana depende de las exportaciones de la UE y realmente no puede permitirse que se rompa. La salida de Merkel como líder de la CDU y la consiguiente crisis política ahora hacen que esto sea increíblemente difícil. Es cierto que Friedrich Merz y los Verdes están más a favor de la integración de la UE que Merkel, pero la fragmentación de la situación política puede hacer que sea imposible que alguien lo ayude a impulsar estas reformas. Esto explica por qué el acuerdo al que pudieron llegar los dos es mucho menos ambicioso. Sin cifras mencionadas, el presupuesto de la eurozona no se utilizará para llevar a cabo medidas anticíclicas, sino que sólo estará disponible para compensar las posibles reducciones en el gasto en investigación y desarrollo que un país puede realizar al enfrentarse a una desaceleración. En realidad, es simplemente un ejercicio para salvar la cara de Macron.

Macron también debe tratar de convencer a los líderes de un grupo de naciones principalmente del norte de Europa, que le han respondido recientemente pidiendo una mayor responsabilidad nacional en las finanzas públicas y menos apoyo financiado por la UE. Una forma en que podría convencer a este grupo es a través de la aceleración de las reformas prometidas en Francia. El déficit de Francia es del 2,8 por ciento del PIB, lo que representa un aumento respecto del 2,6 por ciento del año 2017. Parte de la reticencia mostrada por algunas de las llamadas naciones "halcones" hacia las propuestas de Macron podría deberse a un deseo de evitar el desaliento de las políticas "sensatas" (de austeridad). Macron será, por lo tanto, mucho menos capaz de convencer a otros líderes dentro de Europa si parece que Francia no pueda lidiar con su propio déficit.

¿Puede Macron acelerar el progreso de sus reformas?

De hecho, Macron ya ha sido atacado desde su propia base por no moverse lo suficientemente rápido en sus reformas. Por ejemplo, Geoffroy Roux de Bézieux, el jefe de la federación de empresarios más grande de Francia, le pidió que "acelerara el ritmo" de sus reformas. Sin embargo, también reconoció que esto podría no ser tan fácil, admitiendo que "ahora se está haciendo más difícil acelerar el cambio, dada la opinión pública y las encuestas". La popularidad de Macron se ha hundido a un nivel inferior al de Francois Hollande en esta etapa de su presidencia y aún no ha intentado sus reformas del sistema de pensiones, la atención médica, la administración pública central y el gobierno local. Macron ganó la presidencia sin una gran base, consiguiendo el 24 por ciento de los votos en la primera ronda, y esto sólo ha disminuido. Ha sido golpeado por una serie de renuncias ministeriales, entre ellas Gérard Collomb, quien lo acusó de "arrogancia" y dijo que "en los palacios de la República, perdemos la capacidad de conectar y escuchar a la población".

Macron prometió que sus dolorosas reformas resultarían en una reducción del desempleo y un aumento en el crecimiento. Sin embargo, la tasa de desempleo general apenas ha cambiado desde que Macron llegó al poder e incluso esta cifra enmascara la situación real. Ha habido una explosión de personas que trabajan solo un pequeño número de horas cada semana y que aún necesitan recurrir a prestaciones sociales. Esto casi se ha duplicado desde 2008 a 2,2 millones de personas. Además de esto, el primer ministro tuvo que rebajar la previsión de crecimiento de 2018 del ya anémico 1,9 por ciento al 1,7 por ciento en agosto.

Sin embargo, si Macron sigue adelante con sus reformas, es probable que cause una gran explosión social. Este mes, ya hemos visto el movimiento masivo de los "chalecos amarillos" de cientos de miles de personas en contra del aumento de impuestos propuestos al diésel y la gasolina, que es apoyado por una gran mayoría de la población.

Cuando Macron llegó al poder, en la superficie, parecía que la clase dominante francesa estaba en una posición muy fuerte. Bajo la superficie, sin embargo, había el mismo descontento hirviendo que encontramos en otras partes de Europa. Por lo tanto, en lugar de ser un signo de fortaleza, el desmoronamiento del Partido Socialista Francés y de los Republicanos (el partido tradicional de la derecha), y su reemplazo por En Marche, de Macron, fue un signo de debilidad. Con el desprestigio continuo de Macron, se está desarrollando un vacío, que debe llenarse, de una forma u otra.

La crisis del Brexit

Como si estos problemas no fueran suficientes para la Unión Europea, también tiene que lidiar con la salida de su segunda economía más grande. Trotsky dijo una vez que "los imperialistas británicos... piensan en términos de siglos y continentes". Hoy, sin embargo, no sería exagerado sugerir que la clase dominante británica ha perdido el control de la situación. No parece ser capaz de planear lo que sucederá la próxima semana, y mucho menos el próximo siglo. El declive especial del capitalismo británico parece que se acelerará por una salida caótica de la Unión Europea, y no parece que la clase dominante pueda hacer mucho al respecto.

El Brexit no es el resultado de "noticias falsas", trolls rusos o Jeremy Corbyn. Es el resultado de 10 años de austeridad y caídas en los estándares de vida, que han generado un gran resentimiento en la sociedad. Como era de esperar, la clase dominante y sus representantes en el gobierno se aseguraron de que fuera la clase trabajadora la que pagase la crisis económica de 2008. En los 10 años transcurridos desde la crisis, los trabajadores han visto reducir sus ingresos en un promedio de 800 libras por año. Además, las Naciones Unidas en un informe afirma que ahora hay 14 millones de personas que viven en la pobreza y 1,5 millones de personas indigentes, lo que significa que no pueden pagar ni siquiera bienes básicos. Esto ha provocado que muchos ciudadanos desarrollen un odio amargo hacia la clase dominante y el status quo.

Es este contexto dentro del cual podemos entender el voto a favor del Brexit como expresión de los más afectados por la austeridad que pusieron dos dedos en alto contra la clase dominante como señal de su desprecio De hecho, los sondeos muestran que las personas con mayor probabilidad de votar por "la salida" fueron las personas que vivían en las comunidades más afectadas por la austeridad. Muchos trabajadores votaron por el Brexit por disgusto ante la situación actual. El Brexit, al menos para muchos, representó algún tipo de cambio.

Esta situación es, sin embargo, una pesadilla para la clase dominante. La UE es el mayor socio comercial de Gran Bretaña, con el 44 por ciento de las exportaciones de bienes y servicios dirigidos a este bloque comercial en 2017. Además, muchas empresas en el Reino Unido trabajan de acuerdo con la producción 'justo a tiempo', lo que significa que cualquier retraso o costo adicional en el control de los productos que cruzan la frontera agregará costos sustanciales a la producción de esos productos. La clase dominante en su conjunto, por lo tanto, quisiera hacer todo lo posible para garantizar un Brexit lo más suave posible. Esto explica la tibia recepción que recibió Theresa May cuando informó sobre el acuerdo en la conferencia de la Confederación de la Industria Británica el 19 de noviembre. Si bien es cierto que hay capitalistas individuales a favor del Brexit, es innegable que la gran mayoría de la clase dominante británica estaba a favor de permanecer en la UE.

La clase dominante ha perdido el control

El problema para la clase dominante británica es que ahora ha perdido el control de su partido tradicional, los conservadores. El partido ha ido perdiendo lentamente su tradicional base de apoyo. Al igual que muchos otros partidos de la clase dominante en todo el mundo, han intentado resolver esto creando un ambiente racista y nacionalista entre ciertas capas de la pequeña burguesía y la clase trabajadora. Desafortunadamente para ellos, al final todo se paga. Hay algunas capas que han sido convencidas por esta línea, y simplemente la están llevando a su conclusión lógica. Realmente no hay manera de controlar la inmigración dentro de la Unión Europea, por lo que la única manera de hacerlo es irse.

El declive de la clase dominante británica se refleja de muchas maneras y una de ellas es la degeneración del Partido Tory (conservador). En el pasado, este partido era la envidia de las clases dominantes del mundo. Hoy, sin embargo, está siendo desgarrado por fuerzas centrífugas. Por un lado, está la muy poderosa tendencia de aquellos que parecen creer que Gran Bretaña realmente puede recuperar su estatus como potencia mundial una vez más, en lugar del débil poder de tercera clase que es hoy. El representante perfecto de esta tendencia, amado por los miembros del partido, es Jacob Rees-Mogg. Por otro lado, sin embargo, en lugar de los estadistas aristocráticos que solían dirigir el Partido Tory en interés del capitalismo británico, el partido ahora está dominado por carreristas con una visión muy a corto plazo. Por ejemplo, David Cameron, en un intento por aplacar el ala derecha del partido, intentó una apuesta a corto plazo mediante la ejecución del referéndum sobre la pertenencia a la UE. Él, por supuesto, perdió este referéndum, y ahora ha dejado al Partido Tory en abierto conflicto consigo mismo.

En tiempos normales, esto no sería lo ideal, pero, por lo general, se podría llamar a unas elecciones generales y se podría convocar al 'equipo de los suplentes'. Los líderes del Partido Laborista, tradicionalmente, han sido llamados cuando son necesarios para formar gobiernos, que lleven a cabo los intereses de la clase dominante, desacreditarse y luego devolver el poder al Partido Conservador una vez que se hayan reagrupado. Hoy, sin embargo, el Partido Laborista también ha sido tomado. Cientos de miles de personas radicalizadas han entrado al partido para luchar contra la austeridad. El Partido Laborista, por lo tanto, no es de confianza. No por el líder, Jeremy Corbyn, sino por los cientos de miles de personas trabajadoras y jóvenes radicalizadas que ingresaron al partido y que ejercerán una presión tremenda sobre un futuro gobierno laborista. Un gobierno laborista podría aumentar las esperanzas de la gente de clase trabajadora dentro del país y, por lo tanto, debe evitarse a toda costa.

Si bien la mayoría de la clase dominante quiere desesperadamente evitar el Brexit, tiene un poder muy limitado para hacerlo. Es probable que cada camino que intenten cause aún más inestabilidad. Un impulso a otro referéndum probablemente exacerbaría la profunda polarización en la sociedad. Del mismo modo, el acuerdo que Theresa May ha logrado improvisar con la Unión Europea, el cual el jefe de la patronal británica ha apoyado como "progreso", no es seguro que sea aprobado por el parlamento. El gobierno tory solo tiene una débil mayoría, ya que está respaldado por el Partido Unionista Democrático del Ulster, que ya ha dicho que el acuerdo rompe "uno de los acuerdos fundamentales [que los tories] tenían con nosotros”. El DUP argumenta, correctamente, que daría lugar a que Irlanda del Norte sea tratada de manera diferente al resto del Reino Unido y, por lo tanto, se arriesga a dar un paso camino hacia una Irlanda unida. Además de esto, a pesar de la enorme presión de la clase dominante (junto con el soborno absoluto en forma de títulos nobiliarios), May ni siquiera puede confiar en su propio partido para votar por el acuerdo.

Finalmente, mientras que los blairistas sin duda representan la voz de la clase dominante en el Partido Laborista, es muy arriesgado ejercer presión sobre esta facción para que voten a favor del acuerdo del Brexit pactado por May y la UE. Crearía un gigantesco descontento dentro del partido y es probable que radicalice las cosas aún más. Muchos parlamentarios Blairistas ya se han enfrentado a votos de desconfianza dentro de sus agrupciones locales y, si se los vieran apoyando al gobierno conservador, el estado de ánimo alcanzaría un punto muy álgido y podría ver una ola de revocaciones. Esto significaría que los comites de los partidos locales votarían para impedir que el actual diputado se presentase como candidato laborista en las futuras elecciones y que se los reemplazace. La clase dominante también puede desear dejar a los blairistas en el partido como una quinta columna, listos para escindirse y derribar a un futuro gobierno de Corbyn en una cierta etapa. En cualquier caso, ni siquiera es seguro que la presión de la clase dominante logre convencer a los blairistas que voten por el acuerdo. Este grupo, y la base muy limitada en la sociedad en la que descansan, ha sido agitado frenéticamente por la cuestión de un segundo referéndum para obligar al país a permanecer en la UE. Este acuerdo, por lo tanto, puede no ser suficiente para ellos.

Es muy difícil predecir exactamente qué sucederá en Gran Bretaña, pero hay algunas cosas que están claras. La clase dominante, al menos por ahora, ha perdido el control de la situación y los dos partidos principales están a punto de partirse. Esta es una situación sin precedentes para un país anteriormente glacial.

Unión Europea en crisis

En cada país dentro de Europa, la forma de la crisis puede diferir. Sin embargo, el contenido es muy similar. En toda la UE, a la clase trabajadora, a los jóvenes y a los pobres se les ha pedido que paguen la crisis. Esto ha obligado a bajar las condiciones de vida y ha provocado un fuerte descontento. También han obligado a las personas a buscar desesperadamente soluciones a sus problemas. Esto significa que las viejas certezas están siendo rechazadas.

El Brexit significa que la Unión Europea está perdiendo su segunda economía más grande. La degeneración del Partido Conservador provocó la celebración de un referéndum, y la gran cantidad de rabia en la sociedad hizo que muchas personas de la clase trabajadora votaran "irse" para expulsar a la clase dominante. Independientemente de qué tipo de acuerdo de Brexit se alcance finalmente, es probable que veamos algunas barreras al comercio como resultado de su aplicación. Dado que Gran Bretaña es el tercer socio comercial más grande de Alemania, esto podría sumarse a los problemas que enfrenta la economía de la eurozona, que ya se está desacelerando.

Esta es, además, la situación previa a la siguiente gran caída que se espera ¡Después de todo, se supone que la economía está en un estado de recuperación! Las preocupaciones sobre la próxima caída de la economía han llevado a algunos a recomendar el aumento de las tasas de interés. Sin embargo, esto solo agravaría los problemas en países como Italia y podría llevar a partes de la zona euro a la recesión. Por otro lado, si el BCE no aumenta las tasas de interés, no tendrá ningún mecanismo para enfrentarse a la próxima crisis. El BCE solo finalizará su programa de flexibilización cuantitativa en septiembre de 2019 y probablemente no tendrá tiempo para subir las tasas de interés antes de que llegue la próxima recesión, lo que dejará a la economía europea muy expuesta.

Los líderes europeos no pueden dejar que Italia incurra en suspensión de pagos, lo que explica su intransigencia cuando se trata del gasto gubernamental. El rescate de Grecia fue difícil, y la deuda del gobierno griego fue de € 250 mil millones. La deuda de Italia es de 1,2 billones de euros. Sin embargo, insistir en la disciplina presupuestaria solo aumentará el ya elevado estado de ánimo anti-UE en el país.

Con Macron y Merkel lidiando con las crisis en sus respectivos países, parecen incapaces de impulsar las reformas dentro del área. Merkel está bajo presión dentro de Alemania para que abandone su apoyo a las economías del sur de Europa. Es probable que otras reformas o rescates encuentren una fuerte resistencia de estos elementos en Alemania. Macron es aún más débil, siendo empujado desde la derecha y la izquierda, y bajo la presión de un movimiento de masas. El capital político de los líderes europeos se agota, y tratarán de buscar apoyo para más sacrificios a fin de mantener a la Unión Europea unida.

Los marxistas siempre han explicado que la Unión Europea podría funcionar mientras la economía creciera. Bajo el impacto de la crisis, sin embargo, las tensiones nacionales reaparecerían. Esto es lo que estamos viendo hoy. La crisis ha puesto de relieve los intereses nacionales, ya que las clases dominantes de cada país se preocupan primero de sus propios intereses. Esto es lo que está llevando al aumento del proteccionismo a escala mundial, y también a la ruptura de la Unión Europea.