Maduro prepara un asalto contra el Partido Comunista de Venezuela ¡Solidaridad con la militancia del gallo rojo!

La cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) avanza hacia la fase decisiva de su plan de asalto al Partido Comunista de Venezuela (PCV). El pasado domingo 21 de mayo, un grupo de mercenarios políticos realizó un fraudulento “Congreso Extraordinario de Bases del PCV” en el Teatro Principal de Caracas, usurpando las siglas y símbolos de la tolda comunista y preparando el terreno para una futura intervención estatal.

FUENTE ORIGINAL

Este bochornoso acto, a todas luces realizado bajo las órdenes de la dirigencia psuvista, ha encontrado el repudio de amplios sectores de izquierda nacionales e internacionales, incluidos militantes de base y personalidades del partido de gobierno. Las múltiples muestras de rechazo a las amenazas de intervención contra el PCV se han expresado desde el comienzo de la controversia, razón que en parte ha determinado la lentitud con la que la cúpula del PSUV ha venido actuando.

Perfecto Abreu, presidente legítimo del PCV, declaró, en entrevista concedida a Unión Radio, que en este circo mediático no participó ningún militante activo de dicho partido. En relación a la militancia real de los mercenarios que dirigieron el falso congreso, citaremos a continuación los datos ofrecidos por el PCV en su declaración PSUV realiza falso congreso para asaltar al Partido Comunista de Venezuela:

“Griseldis Herrera: Militante del Psuv. Funcionaria del Consejo Nacional Electoral (CNE) en comisión de servicios en la Gobernación de Monagas donde funge como consultora jurídica.

Robinson García. Militante y concejal de Somos Venezuela en el municipio Obispos del estado Barinas.

Carlos Figueroa. Candidato del partido UPP89 a las elecciones regionales de 2021.

Johan Coraspe. Militante del Psuv. Funcionario del Ministerio de Comunas. También trabaja para el Consejo Nacional Electoral (CNE) como coordinador de centro electoral en la Parroquia Altos de los Godos, Maturín.

Zoilo Arosteguí. Militante del Psuv. Pertenece al equipo de trabajo de Raúl Brazón, coordinador político de la estructura regional del Psuv en Monagas.

Henry Parra, expulsado del PCV en 2021 tras apoyar públicamente la candidatura de Freddy Bernal a la gobernación del Estado Táchira contraviniendo la política de alianza electoral trazada por la 15° Conferencia Nacional del Partido del Gallo Rojo.

Sixto Rodríguez. Abandonó el PCV hace más de una década”.

Para todo aquel que puede ver, el objetivo de dicha maniobra es secuestrar la personalidad jurídica del PCV, o en su defecto, paralizar a la tolda del gallo rojo impidiendo la participación de esta y de la Alternativa Popular Revolucionaria (APR) en futuras contiendas electorales.

El temor latente de la dirección del PSUV es que pueda emerger una oposición de izquierda con apoyo de masas, razón por la cual ha recurrido al cercenamiento autoritario de la actividad política de la APR en general y del PCV en particular.

Antecedentes

Los ataques del liderazgo del PSUV contra el PCV iniciaron a partir del año 2020, tras el deslinde o rompimiento de la tolda comunista con la política antiobrera gubernamental. El punto de inflexión decisivo lo marcó el nacimiento de la APR en agosto del mismo año, donde el PCV junto a distintas organizaciones revolucionarias –entre ellas Lucha de Clases – CMI–, conformaron una nueva alianza electoral a la izquierda del PSUV. Con el asalto al partido Patria Para Todos (PPT), la APR solo pudo postular candidaturas a las elecciones parlamentarias del 2020 y las regionales del 2021 en la tarjeta del gallo rojo.

Desde entonces, altos dirigentes del PSUV han promovido la censura a la APR en momentos electorales, así como campañas de desprestigio y amenazas contra el PCV. Estos ataques se han ejecutado junto a intentos fallidos de comprar a dirigentes o militantes del PCV, al más puro estilo de la «operación Alacrán«, con la que dirigentes del PSUV y empresarios afines compraron a diputados de la derecha a finales del 2019 para que desconocieran a Juan Guaidó.

Como parte del archivo de la vergüenza, resalta la alocución presidencial de noviembre del 2020 donde Nicolás Maduro tapó con su mano la tarjeta del PCV mientras exhibía el tarjetón electoral para las parlamentarias de aquel año.

La embestida anticomunista arreció a partir de noviembre del 2021, cuando el vicepresidente del PSUV, Diosdado Cabello, aseguró en su programa de televisión haber recibido cartas de supuestos militantes del PCV que cuestionaban a su dirección y seguían apoyando al gobierno nacional, en contradicción con la línea de confrontación y deslinde de la política gubernamental adoptada por la tolda desde 2020, y que posteriormente fue ratificada en su XVI Congreso de 2022.

El pasado 4 de febrero, en una marcha en Caracas convocada por el PSUV para conmemorar los 31 años del alzamiento militar dirigido por Hugo Chávez en 1992, mercenarios políticos del Estado Monagas, disfrazados con camisetas y símbolos del PCV, anunciaron que iniciarían un “proceso de rescate del PCV” para que la tolda del gallo rojo regrese al Gran Polo Patriótico (GPP).

Bajo este propósito, el sábado 11 de febrero se realizó, en un reconocido hotel de la ciudad de Maturín, un encuentro de supuestos militantes del PCV de varios Estados del centro y oriente del país, quienes denunciaron haber sido excluidos por la dirección del partido, la cual, según sus palabras, se habría puesto al servicio del imperialismo estadounidense.

Inmediatamente, la dirigencia nacional y el Comité Regional de Monagas del PCV desmintieron la pertenencia a su partido de los asistentes a dicha reunión, mostrando evidencias de que los mismos ya tenían una trayectoria previa dentro del PSUV. También demostraron que en este fraudulento encuentro participaron funcionarios activos del Consejo Nacional Electoral. Que este despliegue haya iniciado en el Estado Monagas es indicativo de que la tarea de asaltar el PCV ha estado comandada por Diosdado Cabello.

Semanas más tarde, y como muestra de que las mentiras tienen patas cortas, se filtró en redes sociales un audio de Jesús Faría Tortosa, exmilitante del PCV y actual miembro del PSUV –ampliamente conocido por defender de forma rastrera la política económica gubernamental–, quien señalaba estar coordinando asambleas de mercenarios en varios estados del país, así como el intento de captar militantes y descendientes de viejos dirigentes del PCV para el asalto de dicho partido.

Finalmente, el falso congreso efectuado el 21 de mayo, del cual poco se ha conocido en cuanto a decisiones y resoluciones, fue simplemente una puesta en escena mediática para preparar a la opinión pública de cara a consumar la intervención estatal al PCV.

Entre las opciones para terminar de consumar dicho plan se encuentran la entrada en escena del Tribunal Supremo de Justicia, a través de una sentencia que desconozca a la dirección legítima del PCV y conceda la personalidad jurídica de este partido a una junta de mercenarios psuvistas, o bien la paralización de la organización mediante recurso del Consejo Nacional Electoral.

Según el Secretario General del PCV y diputado de la Asamblea Nacional por la APR, Óscar Figuera, con estas acciones se busca “(…) crear las condiciones para la judicialización y la intervención directa del partido” o bien “(…) usar al Consejo Nacional Electoral para una acción administrativa que también puede paralizar al partido”.

Intervencionismo institucional

La intervención gubernamental a partidos políticos, especialmente de izquierda, forma parte del proceso de derechización de la dirigencia del PSUV, con una marcada orientación bonapartista. Esta cúpula, haciendo uso de las instituciones, secuestró en principio los símbolos y la personalidad jurídica de partidos del espectro derechista como Acción Democrática (AD), Primero Justicia (PJ), Voluntad Popular (VP), entre otros, imponiendo directivas Ad Hoc, en un intento fallido de construirse una oposición a la medida, la cual nunca despegó.

Este accionar no se distingue del talante antidemocrático de la derecha nacional, que, pese a haber fracasado en sus intentos de tomar el poder, siempre ha dejado ver sus costuras golpistas y su afán de perseguir y proscribir a la izquierda, como parte de la ofensiva revanchista que desatarían de lograr sus nefastos objetivos. El golpe de abril de 2002 demostró en muy pocas horas lo poco que le importa a la burguesía criolla y al imperialismo los derechos políticos y democráticos. Los lloriqueos constantes de estos sectores por la falta de democracia en Venezuela no son más que pura hipocresía.

En un segundo momento, esta práctica intervencionista se replicó en contra de partidos de izquierda, como PPT, Tupamaros, Unidad Popular Venezolana (UPV), entre otros, con el claro propósito de entregar el control de los mismos a personalidades y tendencias afines a Maduro, en franco desconocimiento de los procesos de elección internos y la voluntad de sus militancias.

En el caso de los partidos de izquierda intervenidos, prevaleció el deseo de la cúpula del PSUV de tener un control absoluto del GPP y de los partidos que lo conforman. La intervención antidemocrática de toldas políticas resolvió para el gobierno la habitual lucha de tendencias partidarias a su favor y su intención de dirigir órdenes que fueran secundadas sin cuestionamientos. Así, hoy el GPP no es más que una coalición en torno al PSUV que reúne a un conjunto de partidos secuestrados, sin ningún tipo de vida orgánica. Su temor a la más tibia crítica o al germen de una oposición de izquierda es la base de todo.

Política antipopular y la eliminación de la izquierda

Con el desarrollo de la crisis capitalista mundial y sus impactos severos en Venezuela –agravados por su economía rentista y las contradicciones propias de una revolución descarrilada por su dirección–, el gobierno optó por una salida burguesa y antipopular. Enterrando casi todas las conquistas de la primera etapa de la revolución bolivariana, Maduro emprendió un paquete de ajuste que ha pulverizado los salarios y derechos laborales, privatizado numerosas empresas estatales, prometiendo la creación de Zonas Económicas Especiales, mientras encarcela trabajadores y sindicalistas que protestan o tratan de organizar la resistencia de la clase obrera.

Sobre la base de la más obscena corrupción, la cúpula del PSUV ha favorecido el surgimiento de una casta de nuevos ricos, tan parasitaria como la burguesía tradicional, anclada a una economía de bodegones y a la más profunda desigualdad social.

Con el diálogo de élites que desarrollan la cúpula del PSUV (en representación de los nuevos ricos) y la derecha (Fedecamaras, Conindustria y Consecomercio), con la vigilancia de las potencias imperialistas implicadas (Rusia y China del lado del gobierno y EEUU del lado de la burguesía), se negocia el futuro de Venezuela de espaldas y en detrimento de los trabajadores. La eliminación de la izquierda es una de las aristas de este pacto en construcción.

Con el plan de asalto al PCV, la burocracia psuvista le está diciendo a la burguesía tradicional y a los distintos intereses imperialistas que no hay nada de qué preocuparse, que la política de Chávez está enterrada en el Cuartel de la Montaña y que las alusiones discursivas al socialismo son solo retórica vacía.

Uno de los motivos de esta ofensiva contra la izquierda es la contradicción que existe entre una dirigencia política que en su discurso explota cínicamente el legado de Chávez y la revolución, al mismo tiempo que ejecuta una feroz política antiobrera. Esta contradicción hace vulnerable al gobierno ante cualquier alternativa de izquierda.

Solidaridad con el PCV

Los marxistas repudiamos toda forma de socavamiento a las libertades democráticas, los derechos políticos y de organización en favor del Estado burgués. León Trotsky. en su artículo Libertad de prensa y la clase obrera (1928), señaló: «Tanto la experiencia histórica como teórica prueban que cualquier restricción de la democracia en la sociedad burguesa, es, en último análisis, invariablemente dirigida contra el proletariado, así como cualquier impuesto que se imponga recae sobre los hombros de la clase obrera (…)». La realidad venezolana es la más grande comprobación de dichas palabras.

Como hemos defendido a lo largo de nuestra trayectoria reciente, la revolución bolivariana fue frenada a medio camino para luego ser descarrilada por orden de su dirección pequeñoburguesa, la cual, luego de quemarse los dedos tratando de implantar la quimera de una economía mixta, desde 2018 ha abrazado una política liberal y monetarista en lo económico, y bonapartista en lo social y político. La terrible crisis que atraviesa Venezuela no es el resultado del socialismo, que nunca se instauró, sino del capitalismo rentista criollo que la dirigencia del PSUV ha sostenido con terquedad ignorante.

Pese a las diferencias políticas y de tradiciones que tenemos los marxistas de la CMI con el PCV, es un deber revolucionario apoyar a esta tolda que enfrenta el asedio de un gobierno decidido a vulnerar los derechos políticos y democráticos, en su afán de imponer a toda costa el paquete de ajuste antipopular. Gobierno que, mientras trata de congraciarse con la oligarquía tradicional y el imperialismo, no se ruboriza al criminalizar la lucha obrera y perseguir a la izquierda. Por si alguien no se había dado cuenta en este punto, la cúpula psuvista ha perdido la máscara que la vinculaba a la izquierda.

En este sentido, desde la Corriente Marxista Internacional – Lucha de Clases, ofrendamos nuestro apoyo y solidaridad a la militancia del PCV en estos días difíciles. La firmeza política de sus cuadros debe prevalecer y resistir. La manera más efectiva de enfrentar la deriva antidemocrática del gobierno es seguir apelando a la solidaridad revolucionaria de la clase obrera y sus organizaciones en Venezuela y el mundo, toda vez que se enfrenta su política en las calles, en los campos, en las fábricas y en todos los centros de trabajo.

Es deber de todos los revolucionarios del mundo e incluso de aquellos sectores demócratas consecuentes, pronunciarse en contra del asalto al PCV. Sumando todas las muestras de solidaridad posibles, debemos ser capaces de ejercer la presión necesaria para hacer dudar al gobierno del paso que está a punto de dar. La solidaridad con el PCV ha sido la responsable de que el plan gubernamental se cocine a fuego lento.

Este es el momento de redoblar la apuesta. Solo la lucha, la resistencia y la solidaridad es el camino.

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